
Existen numerosos documentos históricos de los egipcios, griegos, romanos, algerianos, árabes, tunecinos, indios y chinos, que hablan del Aloe de vera para usos medicinales y cosméticos.
Es una planta muy conocida, ya que tiene usos curativos, como destruyendo las células muertas, permitiendo su eliminación, y regula el pH en las tres capas de la piel (epidermis, dermis e hipodermis);hidrata en profundidad y es muy útil en pieles sensibles y estropeadas; ayuda a prevenir las quemaduras solares y también es muy efectiva para aliviar la piel que ha estado mucho tiempo expuesta al sol; es recomendable en irritaciones, quemaduras, picaduras de insectos, heridas superficiales, erupciones, eccemas, etc…
Estudios realizados han demostrado que el Aloe penetra en la piel al menos cuatro veces más rápido que el agua. Ello le confiere una gran utilidad cuando es combinado con otros elementos nutritivos o curativos, pero es muy importante lavar cuidadosamente la piel antes de utilizarlo sobre todo en las heridas y quemaduras pues de lo contrario podría introducir en el cuerpo la suciedad, las impurezas e incluso las bacterias y microbios acumulados sobre la piel. Las aplicaciones se pueden repetir cada hora, lavando siempre la piel antes de cada nueva aplicación.
El Aloe de vera necesita de unos cuidados muy simples, dentro de la casa solo basta una buena maceta, un lugar soleado y protegido del frío, y un mínimo de agua.Su uso consiste en cortar pequeñas lonchas o rodajas de sus hojas externas cada vez que se precise, y aplicar su jugo o gel interno, sin piel, en la zona afectada.